20051009

Liliana V. Labrador B.

REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA Y DEPORTES
ZONA EDUCATIVA TÁCHIRA
COORDINACIÓN ZONAL DE SOCIEDADES BOLIVARIANAS ESTUDIANTILES
NÚCLEO ESCOLAR RURAL, NER 170
“ESCUELA LA BLANCA” GUÁSIMOS ESTADO TÁCHIRA


MARIA DEL CARMEN RAMÍREZ, HEROÍNA TACHIRENSE



Autora: Liliana V. Labrador B.
Docente Asesora Lcda. Cenaida Ramírez
Colaborador: T.S.U. Jesús Briceño





ANTECEDENTES HISTÓRICOS

El movimiento de independencia de las colonias españolas se inició a fines del siglo XVIII y culminó en las primeras décadas del XIX. Este periodo de nuestra historia nacional podemos dividirlo en dos etapas separadas por los acontecimientos del 19 de abril de 1810. Antes de 1810 se produjeron intentos revolucionarios, como los de Miranda, Chirinos, Gual y España, en los cuales se manifiesta el descontento de los colonos contra el régimen español. A partir de 1810 se produjo el rompimiento definitivo con España, se declaró la independencia y se libró la guerra que terminó en 1821 con la Batalla de Carabobo. Las condiciones internas e internacionales de aquella época fueron un factor importante en la iniciación del movimiento de independencia. (Arias, A.1985,p.99)
Maria del Carmen Ramírez de Briceño nace durante el desarrollo de estos acontecimientos lo que la hacen participe de los mismo, con su aporte y colaboración a esta lucha por la independencia y luego con la consolidación de la misma se hace acreedora del titulo de “HEROÍNA” fue blanco de la furia y hostilidad de los realista esta mujer que entregó todos sus bienes, su familia , su vida, por la lucha revolucionaria independentista del momento con el fin de lograr la libertad de nuestro país. ( Contreras, J. N. p. 143)


MARIA DEL CARMEN RAMÍREZ, HEROÍNA Y MÁRTIR

En la penúltima década del siglo XVIII vino al mundo en San Cristóbal, capital del Estado Táchira, la niña Maria del Carmen Ramírez, fruto del matrimonio de Don Pedro José Ramírez y doña Maria Ignacia Gutiérrez de Caviedes, celebración que se llevó en esa ciudad el 27 de mayo de 1773, las personas de abolengo y distinción en la colonia, ya por sus condiciones de gentileza e hidalguía como por su opulencia en bienes de fortuna, circunstancia que perfiló, desde sus tiernos años a Maria del Carmen, en escala de privilegio social enmarcado dentro del rigorismo y fueros de la época , aunque sin aminorar en nada, sino mas bien sirviéndole de poderoso aliciente en los días de su flamante juventud de hija y de madre, para impulsar su corazón , noble y heroico, durante la magna contienda emancipadora de nuestro país. (Contreras, J. N. p.143)

LA UNIÓN Y EL DESTINO

En 1796 unió sus destinos con el caballero trujillano Don Juan Antonio Briceño Uzcáteguí, en cuyo enlace procrearon varios hijos. Poseedora de valiosas propiedades, todos sus bienes y servicios personales estuvieron, desde el primer momento, hasta donde lo demanda los honestos fueros de la persona humana, a favor de la santa causa. Entre sus propiedades cuéntese con el hato de ganado vacuno en la región de San Camilo (Vía el Llano) y otros en tierras de Apure. En San Cristóbal poseía elegante y cómoda casa y también una o dos fincas agrícolas en el Táchira.
En el Rosario de Cúcuta (Colombia), era propietaria doña Maria del Carmen Ramírez de otras casas, incluida una de dos plantas que estuvo, por mandato del gobierno republicano, a su cargo y que se hizo famosa por haberla cedido oportunamente la patriota tachirense, para la sede Congreso del Rosario en 1821, en razón de ser la mejor existente en la localidad, por sus condiciones de amplitud, comodidad y decencia. Como en esta mansión actuó así mismo el poder ejecutivo, fue llamada en documentos oficiales PALACIO DEL CONGRESO Y PALACIO DE GOBIERNO DE LA GRAN COLOMBIA. En esta histórica casa funcionó también la imprenta, donde se imprimieron los primeros números de GACETA DE COLOMBIA y muchas leyes que fueron puestas entonces en vigencia. En otras de las casas de doña Maria del Carmen Ramírez, donde seguramente era residencia habitual de ella, fue donde alojó y atendió, con exquisitez y bondades peculiares en su trato social, a notables personajes de la política y de administración que concurrieron, con su alta investidura, entre otros, el doctor Juan Germán Rocio, vicepresidente de la Republica de Colombia , en cuya morada falleció, el día 10 de marzo del propio año, este prócer benemérito. Refiérase que el mismo día del deceso de Rocio fue bautizada una hija suya, de dos días de nacida, siendo su madrina doña Maria del Carmen Ramírez. La madre de la niña llamabase Maria Dolores Cuevas y era natural de Angostura, hoy Ciudad Bolívar.
Es tradicional también, entre sus descendientes, el hecho de que el libertador, en sus visitas a San Cristóbal y al Rosario de Cúcuta, era alojado espléndidamente por la patriota tachirense en las confortables mansiones que poseía en ambas ciudades, por lo que es lógico suponer que de igual modo lo hiciera cuando fue a juramentarse como presidente de la Gran Republica. (Contreras, J. N. p. 144)
Su devoción a los principios e ideales emancipadores, hizo blanco a la heroína de la furia y de la hostilidad de los realistas, de modo sañudo y cruel, así en su persona y familiares como en sus intereses todos. Luis Eduardo Pacheco (1) describe uno de esos actos de salvajismo a que fueron tan proclives, en los días de la titánica lucha. Al demostrar las cualidades sobresalientes de la patriota señora, apunta este hecho que en los últimos meses de 1819, cuando todavía se veían hostigadas estas comarcas por las armas reales y que damos con doña Maria del Carmen en San Cristóbal, se adscribe la captura de que la hizo victima de una fuerza enemiga, que la condujo con otras señoras patriotas hasta el pueblo de Bailadores, donde la rescató un piquete de caballería que con tal fin hizo Bolívar despachar de Pamplona al mando del Coronel Leonardo Infante. También se recuerda, al calor de tradición familiar, el faustuoso hospedaje que muy poco tiempo después dio al Libertador, y la parte que tuvo, con sus intervenciones ante héroe, en el indulto del realista Francisco Miguel Pacheco, en esos días preso en San Cristóbal y condenado a consejo de guerra a la última pena.
Cuando en octubre de 1813 llega a San Antonio del Táchira, procedente de Maracaibo, con una columna armada de mil hombres, bien equipados y disciplinados, el capitán español Bartolomé Lizón, empezó a levantarse en esa comarca. Divide sus tropas en mitades y marcha con una de ellas a ocupar Cúcuta, abandonadas por los patriotas; y la otra mitad comandada por sus paisanos y subordinados Aniceto Matute e Ildefonso Casas, enrumba sus pasos por el camino que conduce del Rosario de Los Vados, con el fin de detener la guerrilla patriótica que se retira.
En Cúcuta deja una guarnición de cien hombres al mando del oficial José Sotillo, con sombrías y aterradoras instrucciones, que este bárbaro cumplió al pie de la letra, y sale esa misma noche en persecución del Coronel Francisco de P. Santander, jefe de aquella tropas, quien temerariamente había acampado en el Llano de Carrillo con doscientos ochenta hombres. Se trataban de recio combates los bandos, durante dos horas, al cabo de las cuales es derrotado el republicano, “La matanza fue horrorosa, muchos prisioneros, vecinos importantes de San José, El Rosario y Pamplona, fueron ultimados vilmente. Los demás, fueron ocupados en transportar hasta San José los heridos y el parque tomado a los patriotas”. (Contreras, J. N. p. 145,146) (1)Luis Eduardo Pacheco, historiador colombiano, que refiere el autor J.N. Contreras Serrano

LA EMIGRACIÓN

La fama de que venia precedido Lizón llenaba de coraje y ardor bélico las filas republicanas, para combatirlo y destruirlo, infundía espanto y terror a la indefensa población. Emigraron todos los partidarios de la causa patriota que pudieron hacerlo, huyendo de la cuchilla del feroz guerrillero. Damas de las principales familia, iban a pie, camino a Pamplona, junto a la mujer del pueblo, cargando en su cabeza los menesteres mas comunes.
Entre esas damas, con algunas de las cuales unían nexos consanguíneos, iban Doña Maria del Carmen Ramírez y su esposo don Juan Antonio Briceño. Todas las personas patriotas que huyeron despavoridas del cruel Linzón viéronse unas precisadas a ocultarse en Pamplona y lugares circunvecinos y otras tomaron las vía de Casanare. Durante su permanencia en esta ciudad les nació una niña el 4 de Octubre de 1814, bautizándola al día siguiente con el nombre de Francisca Antonia. Fue apadrinada por el doctor Fernando Serrano, gobernador de la provincia de Pamplona, lo que pone de manifiesto, no embargante las duras y críticas horas que vivían a consecuencia de la guerra, el prestigio social de los padres de la recién cristianada, Francisca Antonia fue, la ultima hija del matrimonio Briceño-Ramírez. Don Juan Antonio Briceño fue uno de los que conformaron parte de la emigración de los llanos de Casanare, muriendo en esos parajes, sin que haya podido averiguar la fecha y lugar de su deceso. (Contreras, J. N. p. 146)

SAQUEO Y DESTRUCCIÓN DE LA POBLACIÓN

El comandante José Sotillo, jefe dejado por Lizón custodiando a la ciudad Cúcuta, saqueo la población, encanecerló a todos los individuos tildados de enemigos por cobarde, sin respetar sexo ni edad y en compañía de su jefe fusiló al anciano octogenario Juan Agustín Ramírez, junto con un hijo y dos sobrinos, apoderándose de todos sus bienes y obligando a sus jóvenes y virtuosas hijas a que la misma noche de la muerte de su padres asistieran a un baile, pretendiendo sacrifícalas a su impudicia y la de sus esbirros.
Los crímenes de Linzón se extendieron a otras poblaciones circunvecinas, en todas las cuales dejó como lúgubre recuerdo de sus depredaciones, estela de sangre y exterminio.
Cuatro meses duró el dominio del terrible guerrillero en estas comarcas. Se cerraba luctuoso y sombrío por esos valles el año de 1813. ( Contreras, J. N. p. 146)

EL HIJO DE LA HEROÍNA

Pedro Briceño Ramírez, hijo de la heroína todavía en la edad de la adolescencia, se alistó en el año 1813 en la expedición guerrera que, con el carácter de comandante de caballería de Venezuela, en el osado intento de libertar su patria, penetró por la frontera del Táchira al mando del celebre Antonio Nicolás Briceño (alias El Diablo), quien era primo hermano del aquel gallardo mancebo. En esta ocasión se publicó, por vez primera, el turbulento jefe mencionada expedición una proclama de guerra a muerte en la que se excedió asimismo, no por el hecho de la declaración, sino por la manera de llevarla a cabo, y de la cual dio evidentes prueba, en San Cristóbal, con el fusilamiento, sin formula de juicio, de Francisco Gómez y Félix Sánchez, españoles europeos residentes en aquella Villa. (Contreras, J. N. p. 147)

LA EXPEDICIÓN

El móvil principal de la expedición era penetrar por las selvas de San Camilo, vía Guasdualito, a los llanos de Apure y Barinas, donde Briceño contaba con la colaboración de sus deudos Juan José, Felipe y Andrés Briceño, quienes estaban fomentando una sublevación desde la tropa que, en la extensa región llanera, con mayor numero de tropas, mejor disciplinadas, provistas de caballería y superiores elementos bélicos, que comandaba el Capitán Antonio Tiscar, pero con tan mala suerte, que fueron denunciados por el ayudante Manuel Antonio Gómez, español, quien conocía la maniobra, por lo cual el oficial realista José Yánez, de guardia en guasdualito con un contingente de seiscientos hombres, superiores en mucho al números de los de Briceño, pudo sorprenderlos en plena sabana, no dándole tiempo de evitar el encuentro ni de batirse por el desorden y confusión que se suscitó en sus filas y la consiguiente desbandada de aquella hueste colectiva, cayendo prisionero Briceño y gran parte de sus oficiales y soldados. Juzgados en concejo de guerra, fueron condenados a la ultima pena y ejecutados Briceño y siete compañeros mas, salvándose milagrosamente Pedro Briceño Ramírez, quien aún no había cumplido 16 años de edad, de correr igual suerte o de ser condenado a servir diez años en las filas de los ejércitos españoles, por la intervención piadosa, según la leyenda, de una dama criolla, favorita del Tiscar. (Contreras, J. N. p. 147,148)

EL CORAJE PATRIÓTICO

Este contratiempo, no obstante, en nada arredró al joven Briceño Ramírez, pues empuñó de nuevo las armas en las filas patrióticas y asistió a varios combates, donde su arrojo y valentía lo hicieron alcanzar el grado de Capitán, cayendo al fin, gallardamente, después de larga y sangrienta brega. Por este motivo, su madre obtuvo pensión de montepío militar, en 1852, de quince pesos mensuales, pensión solicitada por ella del gobierno venezolano, después de tantos años de acaecida la muerte de su hijo Pedro, en fuerza de su precaria situación económica e imposibilitada para trabajar, ya en el ocaso de su meritoria vida que finalizó en 1857, en la ciudad de su nacimiento.
Posteriormente, dos de sus hijas, Concepción y Maria del Rosario Briceño, quienes se hallaban solteras, representan ante el gobierno nacional, por medio de apoderados, haciendo valer sus derechos en el sentido de comprobar que ellas corresponden sustituir legalmente a su legitima madre el goce de la pensión de montepío señalada por la ley, como hermanas legítimas del causante Capitán Pedro Briceño, muerto en la guerra de la independencia. (Contreras, J. N. p. 148)

LA CORRESPONDENCIA

Doña Maria del Carmen Ramírez sostuvo prolongada y variada correspondencia con gran número de próceres, como lo demuestran las honrosas citas que ella hacen, entre otros, los generales Páez, Santander y el coronel y presbítero José Félix Blanco, las cuales constan en diversas obras históricas. Vamos a insertar unas que, fechada en Villa del Rosario, a 3 de enero de 1821, dirige al General José Antonio Páez, a través de la cual se pone de resalto el espíritu sutil y delicada sencillez de la mujer que sabe armonizar, inteligente, el sentimiento de gratitud para con los prohombres de la epopeya y el recato y honestidad de su conducta, libre de sombras y malignas sospechas, que ansía exteriorizar en esta vez, jubilosamente, en la persona del General Páez, a quien conoce solo por el renombre y fama de sus hechos portentosos, poniendo a su disposición “ su hogar y la inutilidad de su persona”, según sus propias palabras, para rendirle el homenaje de respeto y gratitud de su corazón de patriota y heroína de la naciente república. He aquí la epístola:
“Acabo de saber por noticia velada que Vmd. Viene a Bogota, y no lo creo porque conozco mi suerte siempre adversa, y como de su venida para mi seria la felicidad de conocerlo y tratarlo, dudo que llegue a tener ese justo honor; pero sin embargo de mi duda, quiero mas que sea quimera alimentarme con ella, y así para si sucede como lo oigo anunciar ofrezco a Vmd. Mi inutilidad, mi casa y lo poco que está en ella, para sin contar con mas nadie que con migo venga a ella y en la confianza que con una hermana me ocupe, y que me anticipe la noticia para anticiparme a la noticia el placer de conocer a Páez, que es lo que mas he deseado siempre; en la inteligencia que si desprecia mis oferta yo me daré por agraviada, y con justicia.
“Vmd. Puede informase del amigo Yánez quien soy yo y cuantos son mis deseos de servir a los libertadores, y mi gratitud con nada se halla jamás contenta. En esta virtud, señor General, espero no ha de despreciar mis ofertas y que no detendrá por cansada y solo porque mi entusiasmo y deseo de conocer a los que nos han libertado me sacan hasta la prudencia y quisiera tener a mi disposición el mundo entero parta dedicarlo a obsequio y servicio de mis redentores. Gracias a Dios somos libres; por El y por las manos de los Bravos Colombianos hoy respiramos y esperamos tranquilidad.
“Reciba Vmd. Cariñosas expresiones de mis niñas, las que junto conmigo no respiraran sin su gratitud, y mientras logramos verlo y conocerlo, disponga de la inutilidad de su afma. Estimadora que le desea felicidad. Maria Del Carmen Ramírez, Enero 1821. ( Contreras, J. N. p. 149,150)

LA GRATITUD Y EL ORGULLO

El Prócer José Félix Blanco conservaba imperecedera gratitud para con esta excepcional mujer, por su franqueza, esplendidez y liberalidad de que dio constantes pruebas en sus actos al servicio de la patria y de sus mas destacados personeros, en cuantas ocasiones pudo hacer brillar tan noble cualidad de su espíritu y de su corazón. De ahí que en correspondencia para el General Santander, fechada en Upata el 21 de marzo de 1822, dice:
“Desde que usted pasó el Sogamoso, como que pasó el Leteo, mas no por eso he dejado de saber de su salud por cartas de su prima y mi querida amiga, la singular de Cúcuta, la apreciable y por todos respectos recomendable mi señora Carmen Ramírez. Ella me convida para un paseo a ver a usted en su corte; pero como ella no se puede ir sin una media docena siquiera de talegos, la he emplazado para de aquí a tres años, en que iremos a celebrar el nuevo accesote usted entonces, o al menos su reelección”. ( Contreras, J. N. p.150)



ANÉCDOTAS

Entre las muchas anécdotas, refiérase uno de los que se hizo eco, a pesar del siglo de las autoridades, haciendo conocer los memorables sucesos del 19 abril 1810 en Caracas, por haber sido enterada, oportuna y discretamente, por su hermana Josefa Antonia Ramírez de Villafañe, llamada “la mantuana” por su señoril distinción, que vivía en Barinas, de la fausta noticia, mediante ingenioso ardid, consistente en introducir un papel escrito, con la buena nueva, dentro del molde de una panela en el momento de extender el meloso liquido cañamelar, y valiéndose de tan peregrino recurso, encaminó de inmediato, con expreso de confianza, a doña Maria del Carmen, residente entonces en el Rosario de Cúcuta, el novedoso mensaje salvador.
De manera singular llegó, pues, a conocimiento de aquellas gentes, anticipándose a toda otra noticia, el acontecimiento histórico del nacimiento político de Venezuela. La tradición familiar conservó a través de varias generaciones, con unción patriótica. Acto avasallante y ponderable, que eleva el sentimiento de una comunidad en torno a la gigante empresa libertadora, por la nobleza e hidalguía que lo animó, constituye sin duda el fino obsequio que la ilustre hija del Torbes, Doña Maria del Carmen Ramírez, en unión de distinguidas matronas de la sociedad Sancristobalense, hicieron al libertador, en una de sus visitas a la ciudad, consistente de hermoso y elegante cofre de nácar, lleno de valiosas y artísticas joyas, homenaje con que la mujer tachirense , en aquellos gloriosos días, quiso testimoniar al héroe máximo su fervor y reconocimiento por la obra ciclópea de su genio inmortal.
Esta reliquia histórica, según datos fidedignos que poseemos, se conservan hasta el año 1920, celosamente guardada, por el ilustre consejo municipal del distrito de San Cristóbal, ignorase en poder de quién se halla actualmente esta valiosa reliquia, que fue obsequiada, en día memorable, al Grande Hombre de América. ( Contreras, J. p. 151)

LA HISTORIA Y LA LEYENDA

La historia conserva inéditos, en su mayor parte, interesantes páginas a favor de la causa patriótica, de los que fue protagonista doña Maria del Carmen Ramírez, cuya importancia se proyecta, ostensible y magnificente, en el conjunto de hechos y episodios elevados que inmortalizan los anales del movimiento emancipador de Venezuela.
Gozó de merecida fama, entre los mas preclaros adalides de la independencia la actuación descollante de esta sublime mujer sobre la de sus paisanos de la región occidental, por la entereza y prestancia de sus actos heróicos, sus hidalgas maneras para practicar y dispensar, sin rebozo y con todo en el entusiasmos de su fe republicana, las mayores atenciones y distinciones a sus personas, en la oportunidad de su paso o permanencia en aquellos pueblos.
Es tradicional el hecho, de que el libertador siempre se hospedaba en la casa de dicha ilustre dama en San Cristóbal , y lo mismo en El Rosario cuando fue a juramentarse como presidente de la recién creada república de Colombia. En esa ocasión el General Antonio Nariño, como es también tradicional, se hospedó en la misma casa. Lo mismo lo hizo el diputado doctor Alejandro Osorio, quien se escribe: “… yo soy de los que mejor están aquí. Vivo en la casa de la señora Cleofe Fourtul y como la casa de doña Maria del Carmen Ramírez, donde paso el día y parte de la noche; debo a esta familia mucha franqueza y estimación”. ( Contreras, J. N. p.151)

María del Carmen, fue una mujer de confianza y era tal la confianza que inspiraba a los próceres que se honraron con su amistad y trato, que el mismo Blanco, para mas seguridad de llegar a su destino la correspondencia que se cruzaban con Santander, dice a éste desde El Palmar (Cantón Caroní) y con fecha 10 de julio de 1822, lo que sigue: “Recomiendo esta carta a mi respetuosa amiga, su prima Carmen Ramírez, para que siga bajo su cubierta, libre de interpretación”.
En la hacienda “San Nicolás”, ubicada en las cercanías de El Rosario y de propiedad de doña Maria del Carmen Ramírez, solían congregarse en días feriados algunos Diputados al Congreso Constituyente reunidos en dicha Villa y amigos personales de Santander, para festejar algunos sucesos políticos o acontecimientos social grato para todos. Cabe suponer la esplendidez y gentileza usada con los señores Diputados por la anfitriona de “San Nicolás”, la excelente señora anteriormente mencionada. El diputado Osorio, en 21de abril de 1821, escribe a Santander: “agradezco mucho los recuerdos míos del 2 de abril (natalicio del vicepresidente): ellos son pagados con lo que yo diariamente por esos momentos, por esos amigos, por esa sociedad”. Y en otra carta de 21 de junio, agrega:
“… si el día que brindó usted por mi fue el 3 o el 10 talvez a un tiempo estaríamos brindando usted por mi y yo con otros en “San Nicolás” el 3, y en la hacienda de piedra el 10 por usted”. ( Contreras, J. N. p.152)

MERECIMIENTO EN LA VIDA SOCIAL,

De su merecimiento en la vida social, de la práctica de sus especiales dones en pro de sus semejantes, dispuesta a toda obra de bien y de profundo sentido social y humano, queremos señalar uno que perfila con agudeza la filantropía de su espíritu, moldeado para toda acción ennoblecedora. Mucho tiempo ejerció la medicina en El Rosario, solicitada de pobres y ricos, bien que sus principios y sistemas apenas salvaron los estrechos lindes de la herbología doméstica.
Es de suponer que la afición de doña Maria del Carmen Ramírez por el ejercicio de la medicina hogareña, se hubiese originado por su conexión con su hijo político, el doctor Sancho Antonio Briceño Rubio, quien estudió la medicina en la universidad de Mérida hasta terminar la carrera. En calidad de médico cirujano sirvió en diversas épocas en las filas republicanas. Falleció en El Rosario de Cúcuta el 2 de diciembre de 1854. ( Contreras, J. N. p. 153)